La gastronomía peruana, una de las más ricas y diversas del mundo, ha sido moldeada por múltiples influencias a lo largo de su historia. Una de las más significativas es la influencia española, llegada con la conquista en el siglo XVI. Los españoles trajeron no solo ingredientes nuevos, como el trigo, el arroz, el ajo y el cerdo, sino también técnicas culinarias y recetas que transformaron profundamente la cocina andina.
Uno de los aportes más notables de la gastronomía española —que a su vez estaba impregnada de la herencia árabe— fue la introducción de los cocidos y guisos. Platos como el sancochado peruano tienen claras raíces en los cocidos españoles, combinando carnes y tubérculos en largas cocciones. Las sopas espesas, los estofados de carne y los platos a la olla también derivan de preparaciones traídas desde la península ibérica.
El escabeche, hoy típico en Perú con pescado, pollo o pato, proviene directamente de la técnica española —de origen árabe— de conservar alimentos en vinagre y especias. Su adaptación al gusto local ha generado recetas únicas, con ajíes peruanos como el amarillo o el mirasol.
En la repostería, también hay una clara huella hispana. Postres como los alfajores, el arroz con leche, los buñuelos o la mazamorra morada (mezcla de técnica indígena e ingredientes locales con estilo español) son ejemplos vivos de esa fusión.
Así, la cocina peruana actual es un crisol de culturas, donde la influencia española sigue siendo un pilar fundamental, enriquecida con ingredientes nativos y sabores propios que han dado lugar a una identidad gastronómica única.