La comida brasileña es un festín de sabores, colores y culturas que reflejan la diversidad del país. Desde los bares y botecos —lugares populares donde la comida se disfruta entre amigos y cervezas frías— hasta los restaurantes más refinados, la gastronomía brasileña es una expresión viva de identidad regional.
Platos como la carne de panela (carne estofada con especias) y la emblemática feijoada, hecha a base de frijoles negros y cortes de cerdo, muestran el gusto por los sabores intensos. En la costa, especialmente en Bahía y Espírito Santo, brilla la moqueca, un guiso de pescado con leche de coco, y su inseparable acompañante, el pirão, hecho con harina de yuca. En el interior del país, destaca la galinhada, arroz con pollo sazonado con cúrcuma y hierbas.
El torresmo, trozos crujientes de piel de cerdo frita, es un favorito nacional, así como los churrascos, celebraciones carnívoras en torno al asador. Brasil tiene una profunda devoción por la carne, que se refleja en su tradición gaucha del sur.
Cada región posee su propia identidad culinaria. En el sur, la influencia alemana e italiana es notoria, especialmente en las pastas, pizzas y dulces. La cocina portuguesa dejó su huella en los pasteles, el bacalao y la repostería como el pastel de nata.
Y no puede olvidarse la comida árabe, especialmente presente en São Paulo, donde la comunidad libanesa y siria ha popularizado el kibe, el esfihas y el tabule, integrándose de forma natural en la mesa del paulista.
Sin duda, Brasil es, un país donde cada bocado cuenta una historia.